Se congregan olas de adamantio
en el temporal de primaveras sin oro.
Oh, Señor! Impasible niño
mira las rosas del volcán amanecer,
entre lluvias de tierra volcada
en un esplendor fugaz de civilizaciones del futuro fantasmal,
ilustre y nunca. Para siempre
corazón de meteoro y, hasta ayer, un remanso
de nutrias, de cestas de papiro
y de mesas de viento.
Arrastra con violencia los pies del destino
un bisonte supersónico de malevolencia fetal.
Tres, cuatro o tristeza
las formas de tu dios se transcriben
en ignorancia fútil para los astros
de la maleza y los bosques de las estrellas.
Busca plata! Porque sangre hallarás
entre los restos de la conciencia
y la juventud de las ballenas que deslizan,
impasibles, sus miradas imposibles, impermeables.
Queso, lechuga, carne o mercurio, siempre yo
y la nada, jamás en el desde, en el cuando
y en la espuma del vacío lleno de nada
y de todo.
Entonces la noche alza el grito de los perdidos
y se consume el tiempo bajo el estertor de la Luna.
Nota: Las frases en cursiva las escribió un hamijo, Brais, y las dejé porque mola.
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