domingo, 8 de abril de 2012

Dejad en paz vuestros sueños, atended a los payasos

Hombre, tío!
Cuánto tiempo sin verte!
Qué es de ti y de tu inverso?
De tu juventud desangelada?
De los cantos a la madre tierra bajo nubes,
abundantes nubes de tetrahidrocannabinol?
De morir a la velocidad del tiempo
entre sonrisas de dementes negros
y de mentes perversas?
Qué sucedió, ocurrió, murió tras todo aquello?
Qué ha sido de los vientos tan bellos
que poblaban nuestros sueños?
No queda más que una desgracia solitaria,
insondable, desgraciada como ella sola.
No queda más que una solitaria innoble,
destripadora, parásita, dolorosamente enorme,
hija de la luna y Morfeo...o morfina?
O ángeles...dementes! Locos!
Gente normal, como todos.
Todo el mundo es demasiado bueno por ser tan malo.
Todos somos solitarios, innobles manos.
Todos somos ángeles desangelados,
desechados por un dios que no atendió a milagros.
Tanta tontería junta no atiende a tanto extraño,
por qué no limitarnos a vivir en nuestro innoble páramo?
Por qué no quedarnos en paz con nuestro destino ensayado?
Por qué te estoy contando tanta tontería junta
de un viejo de diecisiete años?
Mejor será que te deje a solas con tus felices apaños,
con la vida que transcurre entre tus brazos,
con sueños de amor en la cama, cocina, baño.
Dime adiós, querido amigo,
tío, compadre, hermano, lo que sea...
puesto que al final nada importa,
mi alma lo dejó en tres veranos.

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